7.09.2012

Norahniéh, El Guardian del Cristal Azul



En algún lugar, bajo el hielo quebradizo del Desierto Azul, se oculta el gélido brazo de un guardian oscuro de nombre Norahniéh.

Se cree que llegó en una antigua caravana de esclavos, enfilando rumbo hacia el norte desde alguna isla en los Mares del Sur. Y allí, embelesado por el poder y belleza de los glaciares, invocó a los dioses del frío para que lo tuvieran en su manto, jurándoles por siempre amor y lealtad.

 Son muchas las historias que hablan y cuentan cómo caminantes desorientados entre la ventisca, perciben el murmullo de una voz al tiempo que les viene la calma y la razón. A él y a su lamento, atribuyen su suerte en momentos cruciales sólo aquellos dignos y merecedores de su compasión.

El mago guarda su techo desde las profundidades donde ningún otro ser haya jamás podido llegar. Desde Vrahátima hasta Tauronia y más allá de las Aldeas Grises. Oscuros e interminables pasillos  fragmentan las abismales fosas bajo innumerables toneladas de agua congelada. Pero no son sus numerosos y caprichosos afluentes lo que preocupa al vigilante de ese bajo mundo.

Dos cristales. A los ojos de los mortales tan semejantes a los témpanos de hielo que los rodean. Casi inapreciables entre un mar de espejos. Fuente de poder y codicia de buscadores y viajeros quienes sueñan algún día encontrar. La capa que los recubre emana una mágica luz envolviéndolo todo entre fulgurantes y centelleantes reflejos. Sosteniendo su mundo y todo aquello que lo circunda en un pulso gigantesco contra las leyes de la naturaleza y gravedad. Una muy preciada composición, de la cual se dice son las antiguas lágrimas de gigantes en otra era y de la que podría forjarse un arma tan afilada como el duro diamante.

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